jueves, 2 de julio de 2009
10 canciones que me recuerdan a mi padre
jueves, 16 de abril de 2009
A los 5, a los 15, a los 50
Esta es una historia personal que comienza a partir de una cadena que se esparce por mail. Jamás abro esas cadenas, pero mucha gente reenvía y reeenvía poemas, power points, chistes, situaciones, escritos falsos de García Márquez, fotos raras, denuncias sin respaldo, fechas del fin del mundo y muchas basuras más. Si el encabezado de un mail tiene las letras “FWD”, tiendo a desconfiar de inmediato.
Y sí, además de todo, esta historia tiene que ver con la memoria, la desconfianza, y las malas personas. En ella, yo también soy una mala persona. Me presento como un tipo que no olvida, que se resiente, que vio cosas que no le gustaron, pero que sirven además para la impronta moral. Lo que queda claro en el fin es que, para mí, eres quien eres a los 5, a los 15 y a los 50.
Con todo, no condenaré jamás a quien juzgue que me porté como un idiota, un egoísta, un resentido, o qué más. Simplemente es esta la confirmación de que en el final tengo tranquilidad con cómo soy por la vida, con aciertos y desaciertos. Feliz de serlo. Feliz.
¿Es algo importante? Llevo tres párrafos y me da risa porque probablemente no es algo tan importante. Pero también estoy convencido de que los detalles te delatan. Lo que hagas en pequeño, lo harás después con algo grande.
El mail en cuestión tenía un nombre: Millaray. Me suena, digo. Espera. Mi colegio. Veo el resto de los mails a los cuales Millaray escribió. Sí, indudablemente es otro de esos odiosos mails del colegio, con la misma gente. Ahí, en esa generación, ocurre, como en todo, que hay un grupito que siguió viéndose, que crió lazos, que siguen en contacto, y otros que se fueron.
Yo nunca dejé amigos en mi generación del colegio.
Millaray trabaja vendiendo teléfonos. Me la encontré un día en uno de esos módulos de un mall, y creo que conversamos afablemente. Se veía muy bien. Recuerdo que nunca nos tuvimos mala.
El power que venía en este mail hablaba de ladrones, pero, como dije antes, no lo abrí. Lo borré.
Un par de horas más tarde llegó un mail que respondió a todos los que estábamos aludidos, aunque se dirigía en particular a Millaray. Esa respuesta era de Boris. Y Boris era un tipo más bien cauto, timidón, buena persona, buen sentido de humor, bajo perfil.
Sus palabras fueron sorprendentes y creo que tenían mucho que ver con asuntos que quedan guardados en la impunidad y la incapacidad generacional que muchos de nosotros portamos al preferir quedarnos en silencio, por miedo, por giles, por ahuevonados.
Boris le decía a Millaray que no leía cadenas pero que aprovechaba de decir, respecto de los robos (y ahí me quedo corto porque el tema del mail, tal cual dije antes, no lo supe) que uno de nuestros compañeros, que está aludido en la lista de mails, le había robado no sé que año una medalla que le habían traído de Canadá y que significaba mucho para él. Este aludido, de nombre de pila Janshe, no solo robó esa medallita según Boris, sino que la usó días después, en una actitud muy cara de raja, pero también muy pendeja. Boris le alcanzó a preguntar de dónde la había sacado, pero Janshe dijo que no le diría, que era un secreto. Y así Boris cooperó con la medallita.
La estatura de este relato, aludido a la gran mayoría de mis compañeros de colegio en este curioso mail que había comenzado con una cadena, alcanzaba ya ribetes por lo menos interesantes. Una pendejada, qué duda cabe, pero el sabor de la impunidad me hizo sentir un apego hacia Boris. Él no fue lo suficientemente fuerte como para llevar esto al final. A medio camino, por la razón que sea, cuando te quedas solo, ya no luchas más, pero a la larga te pesa el doble. El triple. Y luego el olvido, y luego, las tareas inconclusas.
¿Un detalle pequeño? ¿Más bien una pequeñez? Probablemente. Pero, al imprimirle un toque sutil de empatía, era como para, al menos no olvidarlo con el paso de los años. Boris no lo olvidó.
Y entonces, recordé lo que me había pasado a mí.
Andrei era un tipo líder, un payaso, un pelusón. Dibujaba bien además. Como compañeros le pedí una vez que me hiciera la caricatura del director de media de mi colegio para lanzarlo en la revista clandestina que teníamos en ese momento. Su falta de carácter y su miedo lo hicieron colapsar y me llevó a mí a la dirección, como autor de esa revista clandestina que de político tenía nada, pero que pelaba a los profesores frontalmente. Podían echarme del colegio. No lo culpo, alguien lo apretó y era un pendejo. Lo perdoné, a pesar de que estuve a poco de que me echaran del colegio, justo al terminar cuarto medio.
En esos tránsitos, Andrei, en mi casa una vez, me pidió prestada una guitarra de palo que yo tenía. Yo me sabía con cueva tres o cuatro acordes. Él, ya entonces, tocaba canciones de Silvio. Me la pidió prestada. Yo no me pude negar, además el tipo tocaba tan bien.
Jamás me la devolvió. Se la pedí varias veces, me prometió ir a dejarla, pero entendí pronto que todo tenía que ver con cómo era, con lo grupiento que era, con lo embaucador que se portaba, con amigos, con minas y con profes. Era esencialmente, un mentirosillo.
El mail de Boris está enfrente mío. Y por primera vez en mucho tiempo decido hablarle a un compañero de colegio por esta vía. No respondí al resto de la lista. Y le conté la historia que acabo relatar con Andrei, señalando además que me sentía completamente interpretado por sus palabras, en el sentido de que a mí no se me olvidaba.
Oprimo send.
Una hora más tarde, esta vez aludiendo a todos los de lista de compañeros de colegios, adivinen quién reaccionó: Andrei. En un tono cruel, típico de su estilo, con un sentido de burla y descalificación en cada palabra, se pasó por la raja los argumentos ahora penosos de Boris, y le recomendó que se fuera a terapia por resentido, por no saber entender que había cosas más importantes. Ironizó sobre que si tenía pruebas en contra de Janshe, lo correcto era denunciar a la autoridad pertinente y que había en nuestra generación abogados que le podían echar una mano. Presa de una soberbia brutal, le recomendó leer a Cortázar. Más adelante cerró filas como un masón y le pidió explícitamente que no se metiera en la buena onda de la generación del colegio, que se relajara, que no era importante.
Yo, entiéndame por favor, no pude aguantar cagarme de la risa. En cada intersticio de la mente del ser humano, en cada palabra, y desde tanto tiempo antes, seguimos siendo exactamente los mismos. Lo reitero: a los 5, a a los 15, a los 50. Lo que haces en pequeño… en fin. La mirada de la nostalgia se hace cada vez más lejana cuando quieres dejar atrás cosas que no te convienen. Pero ese acto, no es algo conciente. Se nota cada cierto tiempo, cuando muestras la hilacha. Porque una cosa es la falibilidad humana. Otra muy distinta es la lucidez de las malas intenciones.
El mejor chiste hubiera sido responder a todos los remitentes con la declaración: “Oye maricón, devuélveme la guitarra”. Pero como dice un amigo mío: “Eso no se hace”.
Le escribí a Boris otra vez: “mira qué casualidad quién respondió a tu demanda”.
Pero Boris no habló más. No me respondió ni respondió al grupo.
¿Qué habré hecho yo en esos años, que ya olvidé, que ya no me acuerdo? ¿De quién me burlé? ¿A quién dañé si es que lo hice? Podría argumentar: “Es que era un pendejo”. Pero hay algo que me da tranquilidad. A los 5, a los 15, y a los 50 siempre he sabido pedir perdón y ponerme en el lugar de otro.
Que no se me pase.
lunes, 30 de marzo de 2009
¡REGRESA LA CAVERNA! Todos los domingos a las 20, por ROCK & POP
miércoles, 25 de marzo de 2009
MI REGRESO A ROCK & POP
jueves, 19 de marzo de 2009
Perú, los odios y un poco de Orson Welles
jueves, 26 de febrero de 2009
Cosas extrañas que veo
Todo lo anterior palidece frente al niño con tetas. Me encontraba tirado en la cama del hotel, a eso de las 7 de la tarde, pensando que quería dormir, comer, y acostarme al mismo tiempo. La tele estaba encendida, con Sergio Lagos bailando en su programa (no sé por qué bailan en la tele, no lo entiendo... y me lo pregunto porque he trabajado años con Sergio y me cuesta entender... bueno, gana plata... bueno, estoy hablando huevadas ya). Y decido ir al MacDonalds más cercano (aplausos por favor) porque ahí te venden unas ensaladas decentes y me he querido alimentar bien. Ahí en la fila, la interminable fila del fast food restaurant, está el niño con tetas. No tiene más de 12 años. Su cara es lozana, no tiene espinillas ni barba ni nada. Un niño chico. Enorme. Grandote de torso, cogote aplastado. Pero su cara es delgada, normal diría yo. Y tiene tetas. Tanto así, que como su cara es de niño, cuando lo veo pasar pensé que era una quinceañera (cruel lo que estoy diciendo pero describe precisamente lo que me sucedió). Su mamá está un poco más adelante en la fila. Su pedido no cabe en una sola bandeja y consiste en bebidas azucaradas, helados con chips de chocolate, papas fritas grandes y hamburguesas. No me hago el dietético, pero si yo tuviera un hijo y le salieran tetas estaría más preocupado de que si le salieran tetas a una hija antes de tiempo.
Ahí estaba, con una tremenda contradicción en el cogote, porque si hubiese visto a una mamá agarrar a charchazos a un hijo o hija, intervengo, y le echo la foca a esos papás que maltratan en público, aunque me lleve refriega: lo que uno pretende ahí es desautorizar al menos a un agresor. Acá me daban ganas de decirle a la vieja "oiga, cómo le compra toda esa mierda a su hijo, mírele las tetas, son más grandes que las suyas". Pero no tuve valor.
Horas más tarde Leonardo Farkas se subió a hacer el ridículo y a faltarle el respeto a los que pagaron por un show que terminó con Roger Hogdson tocando más allá de las 3 y media de la mañana en la tercera jornada del Festival.
Por todo esto que cuento, no me sorprendí en lo absoluto.
miércoles, 25 de febrero de 2009
MI DEBUT
Nos quedamos medio piolas, agachados, pero los periodistas de otros medios, que sólo se acreditan para venir a ver gratis a sus artistas favoritos, se sientan con sus pololas encima de los respaldos y al final estamos todos incómodos y de pie. Los gritos de las viejas vienen desde atrás.
Te la pasas averiguando cómo puedes ver el espectáculo de manera cómoda y debería ser así porque estamos muy cerca del escenario, hacia un ladito, pero en una ubicación buena. Y no es así. Los fotógrafos no lo permiten (¿cómo le vas a pedir a doce o quince gráficos que se sienten?) la gente se amontona, y tú ves que tu pase de palco de prensa, ese que dieron uno solo por medio, nunca fue uno por medio, y que el número del palco que está escrito por atrás es un chiste también.
Aún así me topo con gente que conozco: Alberto Brieba, de La Cuarta, ex alumno, se dejó barba, se ve más viejo. Nacho Stark, también con barba, no se ve más viejo. Andrés Orrego, el periodista que está conmigo en el trabajo de las conferencias está ahí entre la gente de UCV Televisión, a la cual conoce bien porque también pitutea para ese lado.
Los más conocidos están lejos de donde nosotros nos encontramos, junto a los rostros de los canales. Mientras los espectáculos ocurren (los comentarios de lo artístico en el blog de La Tercera) los periodistas entran y salen del palco indistintamente. No se quedan ahí. Los que laboran en prensa escrita son más mateos, toman notas, pero otros andan pasándolo la raja.
Ricardo Pelao Cantín, quien comparte locutorio conmigo en la radio que tenemos en Viña, que lanza señales a cada radio de Iberoamericana de acuerdo a las necesidades (Cantín hace un programa en la Pudahuel), cuenta que le dieron un pase para el vip. Hoy nos contó que comió sushi y tomó copete a destajo, pero que uno se siente fuera de lugar. Y Cantín, que se maneja bien, se sintió medio fuera de lugar, figúrense. Pero me dijo que hoy se consigue dos pases y me tomo el whisky mientras Farkas le hace cariño a la piel original de su mujer.
La noche del lunes, Alejandro Guillier estuvo en el palco de rostros del festival, apoyando la salida del canal de noticias de TVN. Entonces, tenía que salir el martes desde las 7 de la mañana en el estudio que las radio mantienen y del cual ya les hablé, que está en el sector de Valparaíso y calle Quinta. La primera noche de festival me acoste pasadas las 3 de la mañana y a las 7 de la mañana siguiente estaba en el estudio acompañando a Alejandro para ADN HOY. Esas dos horas transcurrieron como si durmiera. En algún momento del día después pensé que lo había soñado, pero no.
Los estudios en cuestión donde estamos albergan las oficinas comerciales de Iberoamericana en Viña. Y tienen un estudio habilitado porque eran las dependencias de la recordada radio Finissima. cantín trabajó en sus primeros años allí. el locutorio le trae recuerdos. Dice que hay dos historias de muerte. Un junior que trabajaba en esos años, salió un día de la pega y se colgó en su casa. Tiempo después, una secre muy joven, murió de una enfermedad terminal. Así que además de desabrido, el lugar tiene sus historias. El locutorio es cómodo y tiene implementada una línea digital. Entonces, al ponerte los fonos y hablar, no hay retardo en los retornos y estás simultáneamente hablando con tus compañeros en Santiago, lo que es muy cómodo considerando el desarrollo del programa ES LO QUE HAY, con la Jani y Daniel allá en la capital.
El recinto es enorme. Y tiene algo que me sorprendió. En vez de destacar a un lado el nombre de los arquitectos, la enomre mole de hormigón que es el anfiteatro de la Quinta, tiene también el nombre de la administración edilicia que la inauguró. En letras enormes sale el nombre del alcalde de entonces, Kaplan, y dentro de los concejales, la Reginato y Celis por cierto. Si yo tuviera mi nombre tatuado en la Quinta Vergara, también sería un pintamonos.
lunes, 23 de febrero de 2009
Previa de la noche 1: "¿Me podría conseguir un ticket para LA MOVIDA DEL FESTIVAL por favor?"
Llegamos a la llamada oficina de comunicaciones del festival que depende de la producción ejecutiva de canal 13. Para ello utilizamos unas credenciales amarillas de prensa que te dan acceso a nada. La idea es reclamar en una ventanilla atendida por tres señoritas, las que entregan los palcos de cada noche: todos los medios que no son oficiales, creo que todos, tienen derecho a un palco por noche acreditada, que no son todas. Esto ya comenzó a provocar problemas porque se pensaba que cada uno de nosotros tendría su palco. En la actualidad se acredita a muchos menos medios que antes. Aún así, siempre los medios oficiales se las arreglan para que los periodistas vivan también en este mundo Ticketmaster, donde las reglas, sectores y posibilidades de preguntar a un artista que te encuentres se reduzcan solo al recuerdo. Aún así, por ser ADN tuvimos atención amable, sobre todo porque entre las señoritas de prensa estaba una ex alumna mía, la Cata Gómez, que hace sus últimos días de práctica en el 13. Amablemente me consiguió los palcos explicándome esto de la "regla de uno por medio" que nadie sabía.
Para ponernos de acuerdo en el trabajo del día, pasamos con mi compañero a la sala de prensa. Enorme de tamaño, con ventanales que dan al mar, bello, bello. Y con 10 computadores para 300 periodistas acreditados. También roban y mucho. Bolso al suelo y te cagan. Y todo se ve tan pulcro, limpio, tan oficial.
Ahí nos encontramos con Álvaro Bisama, periodista y escritor, que estaba por la revista del Sábado y que venía a encontrar datos duros de un festival que tiene poco de interesante. "Quiero saber si hoy va, como hace años, el rey de los gitanos. Siempre compra el mejor palco y viene a ver todo".
Al lado está la sala de conferencias de prensa, ese tongo que desnuda a los pésimos entrevistados y a los pésimos periodistas. No me pude quedar a lo de Serrat porque me lo impedía el informe de las 13 horas y un despacho que hice más tarde a Radio Continental de Buenos Aires. Casualmente Serrat se echa al bolsillo a todo el mundo e incluso habla de que, para él, el mejor equipo de fútbol chileno es la "U" y no el Colo.
Entonces, le digo a Andrés que me iré a la radio al despacho.
Al salir se me acerca una chica de unos 15 años.
"¿Me podría conseguir un ticket para La Movida del Festival?"
Le digo que no soy de la producción del canal y que busque por otro lado. Mientras camino y veo pasar a otras personas que corren hacia las rejas del Sheraton a ver artistas (Juanes se había bajado de una van hacía unos minutos) pienso si debí responderle que a nosotros como periodistas que reportean el festival y que no somos del medio oficial es difícil tenemos un acceso igual de restringido que el público. Vemos pasar a alguien famoso a la distancia y nos consumimos estúpidamente en esa idiotez llamada conferencia de prensa.
NOCHE 0: "¿podría bajarse del bus, por favor?"
A veces salía al centro o a caminar a las playas y me resultaba extraño que la gente disfrutase una ciudad que se volvía como Santiago todo el verano.
Pasaron varios años y Viña seguía siendo el lugar de mis vacaciones.
Por lo tanto, y tan solo advirtiendo que esta es una opinión estrictamente personal, no me agrada Viña del Mar. Creo que sería un buen lugar para vivir. A compararlo con Santiago, me quedo con la capital mil veces. Enero y febrero en Santiago son muy agradables.
Pero bueno. He vuelto sostenidamente a Viña los últimos meses. Invitado por amigos, a un departamento en un cerro con linda vista. O por el día, pésima idea. También fui invitado a un taller de redacción en la Universidad de Viña del Mar durante los viernes del segundo semestre del 2008 (ocasión en la que ni vi el mar porque el campus queda en Rodelillo).
Ayer domingo yo figuraba como único pasajero de un bus en el terminal de Santiago, para poder desempeñar por una semana completa una cobertura especial para ADN Radio Chile. Eran las 19:30. Y entonces, entró el chofer y me dijo: "¿podría bajarse del bus, por favor?"
Habían encontrado fallas en el bus, su parabrisas estaba trizado y no podía ser autorizado a seguir. Todo se retrasó. LLegué a las 21 y 30 a Viña. Caminé desde el sector de la Quinta Vergara hasta el hotel, que está en Plaza México. No hubiese sido nada, pero la grabadora digital, el notebook, transformadores, credenciales, baterías y cuadernos pesan bastante. Además, traje ropa gruesa.
Esta mañana había un sol radiante. Salí a las 8 de la mañana hacia el locutorio que tiene Iberoamericana en la calle Valparaíso. Compré los diarios. Y andaba con polera de manga larga. estaba fresco pero agradable. Despaché con Alejandro Guiller en el estudio de Santiago e hicimos un informe con lo poco interesante que hay del festival. Todo en este evento lo inventa la prensa, lo reitera la prensa, y en realidad, salvo la llegada de La Noche con el incidente del hotel, no hay nada novedoso. Son solo conferencias de prensa de 15 minutos para 80 medios de diversa (baja) connotación. Los canales oficiales, que tienen exclusivas, igual se meten en las conferencias de prensa y todo el mundo se enoja. No todos los medios pueden asistir al Festival en sí. Tienen que ir a la oficina de comunicaciones del hotel Sheraton, donde está la producción ejecutiva de Canal 13, a reservar palcos. Ahora son las 10 y 20, estoy en el hotel y entró una neblina gruesa y fría. paso por los canales abiertos y veo que las exclusivas no son bien aprovechadas artísticamente.
En un rato más hay una conferencia con Joan Manuel Serrat. Todo se infla en la tele. En unos minutos más despacho para Caracol Colombia. Me haré internacional. Manténganse ahí, comunicando.